En condiciones normales una dieta variada y equilibrada, rica en alimentos frescos nos proporciona suficiente hierro y el intestino autoregula su absorción en función de las necesidades y las reservas de las que dispone.

A través de la alimentación podemos obtener dos tipos de hierro, el hierro hemo que proviene de alimentos de origen animal y el hierro no hemo que obtenemos de los alimentos de origen vegetal. El hierro hemo es fácilmente absorbible por el intestino, pero el hierro hemo, que está presente en legumbres, cereales, frutos secos y hojas verdes, es un poco más dificil de absorver y necesita ciertas ayudas.

La vitamina C es uno de los nutrientes que facilitan siempre la absorción del hierro. Frutas como los cítricos, el kiwi y las fresas son un buen complemento o postre de la comida cuando queremos favorecer la absorción.

A su vez debemos reducir el consumo de  polifenoles y taninos presentes por ejemplo en el té y en el café que dificultan su absorción. Deberemos dejar pasar al menos 1 hora entre la comida y el café.

Los lácteos también dificultan la absorción del hierro y debemos separar su ingesta de alimentos que contienen hierro.

Otro ingrediente que dificulta la absorción es la fibra por ejemplo en forma de salvado.