Las patatas frescas, bien conservadas en condiciones optimas de oscuridad y en un lugar fresco y seco, tienen una duración muy larga.

Es un ingrediente que no merece la pena congelar porque el resultado que se obtiene no es bueno. Las patatas una vez congeladas adquieren una textura terrosa que es dificil de recuperar. Esto ocurre tanto si congelamos las patatas crudas como si las congelamos cocinadas o en puré.

Al descongelar las patatas se separa el agua que contienen y no es fácil recuperar su textura ya que como he dicho antes se quedad con una textura terrosa que no es nada agradable a la hora de comerlas.

Alguna veces, cuando cocinamos de más y no nos apetece comer al día siguiente lo mismo, tenemos la posibilidad de congelar lo que nos ha sobrado y así lo tenemos preparado para otra ocasión.

Sin embargo, cuando congelamos alguna receta a la que hemos añadido patata en su elaboración nos encontramos con el mismo problema, de hecho si lo congelamos con la patata al descongelar nos va a estropear el guiso. 

Para solucionarlo tenemos dos opciones. Para congelar guisos de carne en salsa o albondigas o legumbres, que se congelan fenomenal, es preferible eliminar los trozos de patata antes de congelar y si es necesario añadirle nuevas patatas a la hora de descongelar para completar el guiso. Si lo que quieres congelar es un puré para tener para varios días te recomiendo que cocines recetas que no contengan patata entre sus ingredientes. 

Y qué pasa si he hecho un puré con patata y me ha sobrado? ¿No lo puedo congelar? En este caso, al descongelar y calentar el puré para consumirlo deberemos dejar que hierva hasta conseguir que vuelva a recuperar una textura cremosa y agradable.

PATATAS

Ayuda a mantener la microbiota intestinal

Fuente de vitamina B6

Son muy nutritivas